La palabra EDUCACIÓN, significa para mí, oportunidad, puertas abiertas, valentía, seguridad en nosotros mismo para poder responder ante el día a día. Un día a día que se nos complica por momentos, en el que solo los mejor preparados triunfan y merecen apoyo, un día a día en el que no hay lugar para la incultura, para el analfabetismo…
Pienso que tienen razón mis abuelos cuando hablan del regalo tan hermosos que es la sabiduría, el poder acceder a la educación, ser independientes en la sociedad, poder desenvolverse por el mundo sin más recursos que tu propia educación, tus conocimientos. Reconozco la tristeza y la impotencia que supone no haber podido ir a la escuela y el sentirse vulnerables ante infinitas situaciones por no saber.
La educación es la herencia
de nuestros antepasados, una herencia que perdura en el tiempo, para todo y
para todos. Es maravilloso poder transmitir nuestras costumbres, nuestros
logros… a nuestros hijos, a nuestros nietos, ofrecer todo lo que sabemos a los
más pequeños, enriquecerlos de sabiduría, impregnarlos de educación, todo un
mundo nuevo que se abre ante nosotros gracias a la educación.
Creo que la diferencia
entre poder ir al colegio, aprender matemáticas, lengua, conocimiento del
medio, aprender a relacionarnos, acceder más tarde a la Universidad y no
hacerlo es abismal. La educación intenta crear individuos libres, con criterio
propio, los cuales no se dejan influenciar por el resto del grupo, individuos
que saben lo que les conviene, lo bueno y lo malo. Individuos que ya no sueñan
con ser felices si tuvieran educación, porque ahora la tienen en sus manos, tienen
la llave de la felicidad, ahora pueden abrir todas las puertas, nada se lo
impide, tienen ante ellos el medio para conseguir lo que quieran, solo es
necesario aprovecharlo bien.
La educación, nos da
sobre todo igualdad, es el arma contra las irregularidades, la esclavitud y la
ignorancia.
Laura Carrasco González. Estudiante educación social en la Universidad de Salamanca
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